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Mononucleosis

La mononucleosis, también llamada “mono”, es causada por el virus de Epstein-Barr. Los síntomas más conocidos de esta enfermedad son la inflamación de los ganglios y la fatiga, aunque también pueden presentarse otros síntomas. La mononucleosis ocurre con más frecuencia en niños mayores, adolescentes y adultos jóvenes hasta los 25 años. Los niños pequeños no suelen enfermarse de gravedad si están expuestos al virus. La mayoría de las personas con mononucleosis se recupera sin problemas. Pero la enfermedad puede tardar mucho tiempo en desaparecer. En algunos casos, la mononucleosis puede causar cansancio prolongado (fatiga) o problemas de hígado, bazo o corazón. Por lo tanto, es importante establecer el diagnóstico y vigilar cuidadosamente la mononucleosis en el niño.

Cómo se contagia la mononucleosis

La mononucleosis se puede contagiar fácilmente por la saliva de una persona infectada en las siguientes situaciones:

  • Al beber y comer del mismo plato o vaso.

  • Al compartir una pajilla, taza, cepillo de dientes o cubiertos.

  • Al besar a alguien o tener contacto cercano.

  • Al tocar juguetes que estuvieron en contacto con la saliva de un niño.

Síntomas de la mononucleosis

Los siguientes síntomas son los más frecuentes de la mononucleosis:

  • cansancio o debilidad;

  • fiebre;

  • dolor de garganta;

  • ganglios linfáticos lesionados o inflamados en el cuello o en las axilas;

  • amígdalas inflamadas;

  • erupción cutánea (sarpullido);

  • dolor o rigidez en los músculos;

  • dolor de cabeza;

  • pérdida de apetito y malestar estomacal (náuseas);

  • dolor difuso en la zona del estómago;

  • agrandamiento del hígado y el bazo;

  • dolores de cabeza;

  • ojos hinchados;

  • visión sensible a la luz.

Tratamiento de la mononucleosis

La mononucleosis es una infección viral, por lo que no se cura con antibióticos. Probablemente, el proveedor de atención médica de su hijo le recetará medicamentos que ayudarán a aliviar el dolor o las molestias del niño. El mejor tratamiento para la mononucleosis es el reposo (descanso en cama). Un niño con mononucleosis también debe beber mucho líquido. Haga lo siguiente para ayudar a su niño a sentirse mejor y recuperarse antes:

  • Asegúrese de que el niño haga mucho reposo.

  • Haga que beba mucho líquido.

  • El bazo se puede agrandar durante esta enfermedad. Es posible que su hijo deba evitar los deportes de contacto o levantar objetos pesados durante un tiempo para prevenir el daño al bazo. Hable sobre esto con el proveedor de atención médica de su hijo.

  • Si el niño tiene fiebre, dolor de garganta o dolores musculares, dele acetaminofén o ibuprofeno infantil para tratar estos síntomas. El proveedor de atención médica o la enfermera de su hijo pueden indicarle la dosis correcta de estos medicamentos. En ocasiones, el proveedor le recetará otros tratamientos para controlar los síntomas, como los esteroides. No le dé aspirina (o medicamentos que contengan aspirina) a un niño menor de 19 años, a menos que se lo indique el proveedor del niño. Tomar aspirina puede hacer que el niño corra riesgo de padecer síndrome de Reye. Este es un trastorno poco frecuente pero muy grave que normalmente afecta el cerebro y el hígado.

Los síntomas suelen durar unas semanas, pero en ocasiones pueden extenderse hasta uno o dos meses, o más tiempo. Incluso después de que los síntomas hayan desaparecido, es posible que el niño esté cansado o débil durante algún tiempo.

Cómo prevenir la transmisión de la mononucleosis

Mientras esté cuidando a un niño con mononucleosis:

  • Lávese las manos a menudo con agua tibia y jabón, especialmente antes y después de haber atendido al niño. Frótese las manos de 15 a 30 segundos, al menos, cada vez que se las lave.

  • Vigile su propia salud y la de los otros miembros de su familia que podrían correr el riesgo de contagio.

  • Lave por separado los platos y los utensilios de comida utilizados por un niño enfermo con agua jabonosa muy caliente, o lávelos en el lavaplatos.

Cuándo debe recibir atención médica

Llame al proveedor de atención médica de su hijo de inmediato si le ocurre lo siguiente:

  • Tiene fiebre (ver “La fiebre en niños”, más abajo).

  • Ha tenido una convulsión causada por la fiebre.

  • Tiene dificultades para respirar o respira de forma acelerada.

  • No puede calmarse o se muestra irritable o inquieto.

  • Parece estar anormalmente somnoliento, apático o no responde al estímulo.

  • Tiene dificultades para comer, beber o tragar.

  • Deja de respirar, aunque sea sólo por un instante.

  • Muestra señales de dolor fuerte en el pecho, el cuello o el abdomen.

La fiebre en niños

Use siempre un termómetro digital para tomar la temperatura de su hijo. Nunca use un termómetro de mercurio.

En el caso de bebés y niños pequeños, asegúrese de usar correctamente el termómetro rectal. Un termómetro rectal puede hacer un orificio (perforar) accidentalmente en el recto. También puede transmitir los microbios de las heces. Siga siempre las instrucciones del fabricante del producto para usarlo adecuadamente. Si no se siente cómodo midiendo la temperatura rectal, use otro método. Cuando hable con el proveedor de atención médica de su hijo, infórmele qué método usó para tomar la temperatura del niño.

A continuación, se presentan algunas pautas relacionadas con la temperatura de la fiebre. La temperatura tomada en el oído no es precisa antes de los 6 meses de edad. No le tome la temperatura oral a su hijo hasta que tenga, por lo menos, 4 años.

Bebé menor de 3 meses:

  • Pregunte al proveedor de atención médica de su hijo cómo debe tomarle la temperatura al niño.

  • Temperatura rectal o en la frente de 100.4 °F (38 °C) o más alta, o según le indique el proveedor.

  • Temperatura debajo del brazo (axilar) de 99 °F (37.2 °C) o más alta, o según le indique el proveedor.

Bebé o niño pequeño de 3 a 36 meses:

  • Temperatura rectal, en la frente u oído de 102 °F (38.9 °C) o más alta, o según le indique el proveedor.

  • Temperatura debajo del brazo (axilar) de 101 °F (38.3 °C) o más alta, o según le indique el proveedor.

Niño de cualquier edad:

  • Picos de fiebre repetidos de 104 °F (40 °C) o más alta, o según le haya indicado el proveedor.

  • Fiebre que dura más de 24 horas en un niño menor de 2 años. O fiebre persistente durante 3 días en un niño de 2 años o más.

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